Algunas de las ideas del señor López son indudablemente positivas, aún más aquellas encaminadas al mentadísimo combate a la corrupción. Ejecutarlas requiere el valor y la determinación que muchos antes no tuvieron ni por asomo.
Así lo percibo, por el simple sentido que tengo para discernir entre el bien y el mal de lo que a mi país atañe. No encuentro justificada razón para tomar una postura radical. Ni fifí neoliberal recalcitrante, ni chairo cegado por el irracional endiosamiento al monarca de Macuspana. Nada de eso. Ni antes, ni ahora.
Sí, pero las ideas, por buenas que sean, mientras no vayan seguidas de un plan, un estudio y una estrategia, se reducen a simple fantasía, que llevada al plano de la realidad pueden convertirse en un desastre.
Así que por favor, mi cabecita de cebollín, permítase escuchar a la pluralidad de las voces, y sobre todo a aquellas a las que la experiencia las respalda y no únicamente a las que comulgan con sus ocurrencias. El tiempo que le lleva decir tres palabras, tómeselo para estudiar, desde la razón y no con el simple instinto, cada una de sus determinaciones. Con eso es suficiente.
Más allá del choque de ideologías entre los gobernados, somos muchos más los que queremos que tenga un sexenio exitoso, pero tomando decisiones arrebatadas desde esa ególatra obstinación, dudo que lleguemos a un buen destino.
Humberto Flores