Ya Salió el peine del viaje de la gobernadora Maru Campos a la Ciudad de México, pues trascendió que ella junto a otros gobernadores de entidades con problemas de violencia, es decir, de todo el país, deben atender un llamado urgente desde el Palacio Federal. La presidenta Claudia Sheinbaum, solicitó la presencia de los gobernadores para ir construyendo una agenda de trabajo para enfrentar la crisis de violencia, la cual durante los últimos seis años, fue ignorada por López Obrador.
Este hecho pone en evidencia la incapacidad del Ejecutivo federal para atender a fondo el problema que no solo ha devastado a comunidades enteras, sino que ha minado la confianza de la sociedad en las instituciones encargadas de su protección.
Es particularmente revelador que esta reunión se lleve a cabo después de un largo periodo de indiferencia por parte del gobierno central. La gestión de López Obrador, que se ha caracterizado por una retórica repetitiva de “abrazos, no balazos”, ha demostrado ser una estrategia fallida ante el crecimiento de los índices de violencia en todo el país. Ahora, seis años después, se busca de manera urgente «construir una agenda de trabajo» con los gobernadores para enfrentar una crisis que no solo ha sido ignorada, sino que se ha exacerbado bajo el manto de una ineficaz administración. ¿Qué nos dice esto sobre la visión de seguridad del Gobierno Federal? Que la falta de respuesta y acción no ha sido una omisión accidental, sino un síntoma más de la profunda desconexión entre el gobierno federal y las realidades del país.
A este contexto se le añade la notable estrategia de algunos gobernadores, como Maru Campos, quienes aprovechan estas reuniones no solo para atender la crisis de seguridad, sino para gestionar sus propios intereses partidistas. Es claro que, aunque el tema principal sea la violencia, la política no se queda fuera de la agenda. La reunión, aunque aparentemente enfocada en la seguridad, es también una oportunidad para posicionarse frente al futuro político del país, algo que, como es costumbre en la clase política, no se puede dejar pasar.
Lo que resulta aún más irónico es que la reunión no se convocó a los senadores, entre ellos Andrea Chávez, quien, como se ha visto en otras ocasiones, probablemente argumentaría que en México no existe tal crisis de violencia, y que todo es una invención de los opositores al gobierno. Su discurso, que minimiza el sufrimiento de las víctimas y criminaliza la crítica, es un ejemplo claro de cómo ciertos sectores políticos prefieren ignorar la realidad y aferrarse a narrativas que favorezcan su imagen, en lugar de enfrentar la problemática de raíz. Esto no solo es una falacia, sino una muestra más del cinismo político que se ha vuelto endémico en las altas esferas del poder, sobretodo en Morena.
Los gobernadores deben ser los verdaderos protagonistas de la lucha contra la violencia, pero la falta de coordinación y de recursos por parte del gobierno federal ha limitado sus esfuerzos. Además, el gobierno federal ha dejado trabajar a los narcotraficantes muy agusto sin molestarlos para nada, y esto se traduce en que ha crecido su poder enormemente.
No basta con reunir a los gobernadores y hacer promesas vacías; es imperativo que el gobierno central deje de ver el tema de la seguridad como un tema meramente discursivo y se enfoque en soluciones concretas y en la asignación de recursos que permitan una verdadera transformación en los estados más afectados.
Es importante señalar la enorme responsabilidad del gobierno federal en el desbordamiento de la violencia en México. Las estrategias a medias, las promesas incumplidas y la constante minimización de la crisis no solo han fallado en mitigar la violencia, sino que han profundizado la sensación de desprotección entre la población. La invitación a los gobernadores es un primer paso, pero lo que realmente se necesita es un compromiso real con la seguridad, un plan claro que se traduzca en acciones tangibles y una disposición para reconocer que el actual modelo de seguridad no ha funcionado y necesita ser transformado de raíz.