Con anterioridad les he relatado que escribo desde niño, es decir, tengo más de cincuenta años en tundir máquinas, así se le decía antes al noble y esforzado acto de escribir. Podría ser en mi caso como un acto compulsivo, primero; hice versos con rima consonante, luego pensamientos poéticos con rima asonante, historias diversas, obras de teatro, guiones de películas, crónica política, canciones (el corrido a Armando Villarreal Martha es de mi autoría), notas periodísticas, esbozos de libros, discursos políticos, ensayos… algunos de mis artículos se han publicado en otros países, en fin. Hará cosa de doce años empecé a escribir cuentos cortos de entre dos y cuatro cuartillas, a continuación les presento uno de los primeros que realicé, es un relato personal y verídico, espero les guste
«Lo que hace el miedo»
Corría el año 1970 aproximadamente, la vivencia se ubica en la mejor frontera de México (Cd. Juárez), aunque con el afán de no provocar ni herir susceptibilidades, dejémoslo en la mejor frontera de Chihuahua. A la sazón contaba con la impúdica edad de 15 años, debido a mi constitución física, delgada esquina con esquelética, nada que ver con mi figura actual que es la antítesis total, y por haber practicado atletismo desde la tierna edad de 5 años, era sumamente veloz ganándome el sobrenombre de El Rayo, debido también por mi afición a la lucha libre
Vivía, y por ende me juntaba con la palomilla del barrio de La Pila, subdivisión del extenso y aguerrido barrio de La Chaveña, tengo recuerdos muy gratos de mi infancia-adolescencia acerca de amigos entrañables, ¿cómo olvidar a Jorge (Melquiades), Santos (El Antena), El Mocolís, El Marciano, El Chito, Menny Váldez (por el personaje del Loco Valdez, por ello el cambio en la acentuación), Alfredillo, Gil, El Mono, El Tisca, El Canelo, Chalo, El Perico, El Cachirulo, etc? Los últimos mencionados eran hermanos gemelos e indefectiblemente jugaban en equipos contrarios, dando pie a que salieran de pleito y se mentaran la madre, que por cierto, evidentemente era la misma
Muy a destiempo, pido una encarecida disculpa a los directivos de la antiquísima escuela primaria Revolución, porque eramos una verdadera plaga para ellos, debido a que con suma frecuencia (diario), nos saltábamos la barda para jugar básquetbol en sus canchas. Jugábamos con buen nivel, pero si consideramos que vivíamos en la meca del deporte ráfaga en México, nuestro nivel de juego era notoriamente inferior a algunos trabucos que se formaban
En alguna ocasión, nos inscribimos en el torneo municipal ¡de primera fuerza! Con el pomposo e intimidante nombre de «Los Astros», cuando nos tocó jugar contra el equipo de la Carta Blanca donde entre otros figuraban nada menos que: Raúl Palma, Fernando Tiscareño y el Meme Sáenz (jugadores de la selección nacional), aquello fue una verdadera carnicería, no jugaron contra nosotros, jugaron con nosotros, pero eso será parte de otra historia
Una vez ubicado el tiempo y el espacio, ubiquémonos ahora en el contexto, tan estrafalaria pandilla de La Pila, era de clase media, o bien media-baja, por lo que se deduce que el dinero no sobraba, un buen día, decidimos probar suerte como trabajadores agrícolas indocumentados, algunos ya habían hecho sus pininos en esa actividad y contaban con algo de experiencia. Nos citamos a la 3:00 a.m para cruzar a el otro lado por el tenebroso Puente Negro (por donde pasa el ferrocarril) y estar en las primeras calles de El Paso Tx. entre las 4:30 a.m y 5:00 a.m, hora en que los capataces de ranchos cercanos elegían a los trabajadores
Todo marchó según lo planeado, y aproximadamente a las 3:45 a.m estábamos ya del lado norteamericano casi para abandonar las vías del tren, en una noche-madrugada bastante lóbrega, alguien, con razón o sin ella gritó ¡la migra! Y sin concierto alguno emprendimos la desesperada huida, empiezo a ganar velocidad, mis manos en posición de velocista, atenido además a mis tennis Converse en muy buen estado, recuerdo que pensé ¡pobre del Cachirulo lo van a agarrar!
Lo pensé debido a que El Cachis llevaba unos huaraches de hule de los llamados «Pata de gallo», además de que su larga melena (estilo Beatles) y su poca varonilidad, supuse sería presa fácil de los facinerosos agentes de migración. En mi caso, de por si era velocista pero el miedo hacía que incrementara mi marcha cual si estuviera equipado con turbo, veía venir las calles como si ellas fueran las que avanzaban en sentido contrario a una velocidad superlativa, mi constitución aerodinámica estaba perfectamente diseñada para escapar aún de los automotores
En eso, me percato de un insistente clap-clap-clap a un lado mio, hay una descarga de adrenalina, fuerzo la máquina y la someto al máximo rendimiento… sin embargo, el estremecedor clap-clap-clap persiste a mi costado derecho, me armo de valor y volteo temeroso hacia el lugar de donde procedía ese escalofriante e intrigante clap-clap-clap, no esperaba que el origen de ese enloquecedor ruido fuera…
¡El cachis, corriendo a la par conmigo! El perturbante sonido lo producían sus huaraches pata de gallo, iba corriendo a mi vertiginoso ritmo, con su melena que casi le cegaba la visión, su poco ortodoxo equipamiento, lo peor, con movimientos poco varoniles «De las de acá»(los brazos a un tiempo a un lado y hacia otro y las manos en posición de cachar granizo), de ahí el título del cuento, «Lo que hace el miedo». Nos escondimos en una iglesia católica cercana, cuyos negros barandales nos brindaron su protección. Al fin, a la hora convenida nos reunimos todos los amigos en espera de ser escogidos para laborar en el fill (field, campo), supongo que por nuestra edad no nos eligieron sino hasta las 6:30 a.m al no haber más trabajadores de verdad (que feo es que lo escojan a uno al último, ¿no lo cree así?), luego nos trasladaron en una van, los paseños pochos le llaman «El van» a los campos cercanos de Anthony N.M con tan mala suerte que al llegar al lugar de trabajo se supo que la odiosa migra andaba cerca, no pudiendo trabajar (tantas ganas que tenía), en mi caso, mejor ¡Al cabo que ni quería! Quizá se perdieron del recolector de vegetales más prodigioso en la historia, ¿será?
Libro recomendado de la semana
Hoy corresponde a, «La llama doble (amor y erotismo)», del autor mexicano Octavio Paz. Es una conexión íntima entre sexo, erotismo y amor, desde la memoria histórica hasta nuestros días. Como podrá suponer, al ser escrito por nuestro Nobel de literatura, su enfoque es cultural, con interesantes datos históricos, anecdóticos e incluso mitológicos. No espere un libro fácil de digerir, la sabiduría de este escritor plasmada en cada linea, lo torna abstracto y complejo. Desde su punto de vista, el fuego original y primordial, la sexualidad, levanta la llama roja del erotismo y esta, a su vez, sostiene y alza otra llama, azul y trémula: la del amor. La llama doble de la vida.
«De lo que tengo miedo es de tu miedo».
William Shakespeare
«El miedo es mi compañero más fiel, jamás me ha engañado para irse con otro».
Woody Allen
«Los tímidos tienen miedo antes del peligro; los cobardes, durante el mismo; los valientes, después».
Jean Paul (Johann Paul Friedrich Richter)
José Cruz Pérez Rucobo