Dos días después del Huracán Otis: Acapulco sigue devastado, incomunicado y sumido en la desesperación

Acapulco exige la ayuda del gobierno rebasado que prioriza al turismo

La situación en Acapulco se caracteriza por su impactante escenario, en el cual los trabajadores enfrentan obstáculos considerables al restaurar la electricidad, ya que los postes de luz están sepultados bajo metros de lodo y agua. Personas recorren tiendas saqueadas, llevando desde pollos en sus manos hasta sillas de oficina abarrotadas de adornos navideños y papel higiénico. En medio de la confusión, turistas se sientan junto a sus maletas en hoteles con ventanas y paredes perdidas, sin saber cómo proceder, mientras la respuesta a la crisis avanza con lentitud. Esto ocurre dos días después de que el huracán Otis, de categoría 5, impactara la ciudad, que cuenta con un millón de habitantes.

 

El gobierno federal ha anunciado la reapertura del aeropuerto de la ciudad para establecer un puente aéreo que permita la llegada de suministros y la salida de turistas. También se han habilitado dos puntos de partida para entre 30 y 40 autobuses diarios, dirigidos tanto a los habitantes locales como a los turistas. La tarea de reconstrucción es monumental y la frustración hacia las autoridades es generalizada, a pesar de la presencia de alrededor de 10 mil militares en la zona que carecen de las herramientas necesarias para despejar las calles obstruidas por toneladas de lodo y árboles caídos.

El suministro de electricidad sigue siendo un problema crítico, ya que la mitad de los aproximadamente medio millón de usuarios afectados por el apagón causado por Otis siguen sin electricidad. Además, el sistema de agua de la ciudad ha colapsado y la gasolina escasea, a pesar de las afirmaciones del gobierno de que hay reservas para 18 días y que en breve llegará un barco con más combustible. Otros buques, que podrían funcionar como hospitales móviles, se están dirigiendo hacia Acapulco.

 

En las áreas más empobrecidas, los residentes se quejan de que sus necesidades no reciben la atención necesaria, ya que la prioridad parece ser el turismo, el motor económico de la ciudad. Incluso los visitantes se quejan de haber sido desalojados de sus alojamientos sin acceso a alimentos ni agua. El huracán ha causado una devastación generalizada en negocios y comercios, con el gobierno de Guerrero informando que el 95 por ciento de los establecimientos resultaron dañados, lo que ha llevado a saqueos en muchas de estas tiendas donde las personas buscan alimentos y otros artículos esenciales. Las autoridades y las fuerzas militares parecen abrumadas por la situación, con una incapacidad manifiesta para frenar el saqueo que afecta a muchas personas.

 

Mientras tanto, a través de las redes sociales, familiares de personas incomunicadas se organizan desde fuera de Acapulco para localizar a sus seres queridos, compartiendo información sobre personas desaparecidas, refugios y condiciones en diferentes áreas afectadas. La situación en Acapulco continúa siendo crítica, con los habitantes luchando por recuperarse de la devastación causada por el huracán Otis.